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"ni una menos". la marcha del 13 de agosto de 2016, cuando avanzaba por wilson (rebautizada por ese día como "Avenida de la diversidad").

El desafío de lo masivo

Reflexiones luego de una marcha en mancha

Publicado: 2016-08-15


¿Cuántas personas marchamos anteayer? En un periódico se habla de 150 000 personas; algunos corren la voz de que llegamos a ser 400 000.

Es un éxito, sí. Es la concentración sociopolítica más numerosa que hemos tenido, sin duda.

Pero después de haber repetido las frases y coreado con sentido de pertenencia las exigencias, ¿cuáles fueron los mensajes centrales del sinfín de slogans, pancartas y horas de caminata? A mi juicio, los siguientes:

Al Estado: que aplique las armas de la justicia para castigar la violencia contra la mujer, con miras a erradicarla, y que condene a las autoridades policiales y judiciales que no cumplan con este deber. Una transversalización de verdad.

A los hombres: que reeduquemos de inmediato nuestro trato y conducta con las mujeres, estableciendo el respeto como base mínima. Una ciudadanía ecuánime.

Y, además, a las mujeres: que no sean indiferentes, que amplíen sus horizontes de solidaridad. Un involucramiento general.

Lo de ayer, por volumen e intención, no debe morir en el ayer; la marcha no puede ser menos que el epicentro de acciones que renueven nuestra sociedad. Fue una tarde pacífica, vibrante, demandante, jovial; una noche multitudinaria, impulsada por expectativas e ilusiones. Con todo ello, quienes fuimos (o los que acompañaron a la distancia, por tantísimas razones personales) podríamos preguntarnos para qué participamos y cómo esta experiencia encauza nuestros días. Y quienes no asistieron, sin mayor impedimento que la decisión de no ir, los que pudieron ser el participante 150 001 o 400 001, consultar consigo mismos/as si hicieron falta o, mejor todavía, qué otro tanto falta por hacer.

Entonces, ¿qué desafío impone #NiUnaMenos, producto de su éxito y numerosidad?

Si una marcha no consigue cambios ni continúa en las casas y las oficinas, en los espacios públicos y las dependencias, se estrella contra los mensajes centrales que propugnó. Es que, las concentraciones masivas de gran magnitud son como los buses que viajan a alta velocidad; no pueden frenar en seco, porque se vuelcan y todo termina en tragedia. Como los buses, las marchas deben seguir por un trecho hasta detenerse o revirar, básica cuestión de inercia; de lo contrario, se generan un par de efectos (cuanto menos): la idea de que los daños que se denuncian seguirán repitiéndose y que solo resta pasar de la paz a la pelea. Me agarro de las ideas de Mom y Baranger (“Revista de Psicoanálisis”, 1987) para hablar de “compulsión de la repetición” y “predisposición al conflicto”; caos.

El desafío es que, sin medias tintas, #NiUnaMenos del 13 de agosto de 2016 sea la situación transformadora frente a la cuestión de género. De lo contrario, la escalera que construimos ayer no habrá sido para subir, sino para bajar. Lo de anoche fue una victoria, pero lo más difícil de vencer es seguir venciendo.


Escrito por

Juan Manuel Chávez

Autor de "Ahí va el señor G" (novela) y "Limanerías" (ensayos), entre otros. Conduce la secuencia "La dieta del lector" en Radio Filamonía


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